Ahí
erectas plumas del campo
cubiertas de polvo añejado
por el paso del viento
que sigue su paso
hacia momentos idos
Ahí
brazos frondosos alzados
clamando el auxilio del agua infiel
nutriente de otros brazos
dejándolos abandonados
Ahí
las venas verticales
muestran su verde sangre
danzante al ritmo invisible
de un hombre que avanza enajenado
despojándolas de sus recuerdos
amansándolas hacia un hábito indecible
sinuosas bailarinas despojadas
Dónde se arroja lo arrebatado
cuál es el lugar definitivo
de los inútiles brillos fugaces
que da esa sangre natural
La reverencia obligada
saluda a las luces del ocaso
a la penumbra que ya se respira
el aroma insípido de la calma
cínico
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