A la memoria de mis abuelos paternos,
Óscar y Berta, a quienes apenas conocí...
Escarbo la hojarasca
hasta encontrar los huesos
de los padres antiguos:
afirman el silencio de la carne,
el olvido de sus hijos
y de los hijos de éstos.
La memoria de sus voces fue ahogada
por la mano del tiempo.
Sólo la tierra reseca y el agua germinal
recuerdan el cuerpo de sus voces.
Qué fue de la labranza
y del sudor de esa tierra:
la partida es el sello perpetuo,
clausurador de los trinos viscerales,
después de ella sólo el viento.